El agua y los sueños en la ciénaga de Ayapel

Alvaro Wills Toro.Grupo GAIA. Escuela Ambiental. Universidad de Antioquia. Febrero 2 de 2018
Ayapel no es solamente una “región cenagosa, laberíntica, enmarañada, en la que sólo a grandes trechos se sorprende un atisbo de la luz del sol” como decía García Márquez de los territorios mágicos de la Mojana, en el reino de La Marquesita de la Sierpe. Es sólo una visión parcial la de “un mar extenso, inextricable, cuya superficie cubierta de anémonas impide que se conozcan sus límite exactos” como nos sigue informando nuestro premio nobel, quien llama anemonas a los extensos tapices de taruya. Una visita en los tiempos de la canícula ardiente de febrero nos mostrará un cuerpo de agua contraído y un extenso playón de pastos sometidos a la herbivoría voraz de los ganados venidos de las sabanas. Los chavarríes estarán volando de mangle en mangle, en parejas o tríos mientras su canto estridente llena el aire. En las charcas del Quemado, cientos de coyongos y decenas de garzas espátulas rosadas vadean el agua somera buscando su alimento en los bocachicos que quedaron atrapados con el descenso en el nivel de las aguas, mientras una bandada de patos yuyos les observan desde un coposo higo. Bajo el lodo seco de los playones la hicotea se esconde en su período de estivación. Si un pescador alza la mirada al oriente, podrá ver la silueta borrosa del cerro Corcovado por los lados del Cauca.
La ciénaga de Ayapel pertenece a esa calidad peculiar de los ecosistemas acuáticos pulsantes, como los hay en el Amazanas, en el Orinoco, en el alto y medio Paraná, en Sudamérica; en el rio Congo o el Okavango, en África, en el rio Mississippi en Estados Unidos y en el rio Mekong en el Asia. Son sistemas que deben su diversidad, exuberancia y productividad a la sucesión regular de momentos de inundación y momentos de sequía, que entrelazan íntimamente los paisajes acuáticos y terrestres en un devenir anfibio de delicada complejidad. La ciénaga de Ayapel tiene identidad propia sin duda alguna, pero se articula funcionalmente, en términos biológicos, químicos e hidrosedimentologicos a una extensa cuenca propia de 1500 km2, y al dominio extenso del río San Jorge, la Mojana y la depresión momposina. Los que a su vez reciben el impacto del la extensa cuenca magdalena-Cauca.
Hoy nos resulta difícil imaginar qué registraba la mirada de un indígena zenú en el primer milenio de nuestra era. trabajando en la conformación de canales y camellones, en una de las proezas notables de la ingeniería prehispánica en América. Pero nos admiramos de su capacidad de lidiar un territorio sujeto a la volubilidad intensa en su hidrología. En los primeros siglos del pasado milenio, eventos extraordinarios de sequía en Mesoamérica y en el norte de Suramérica llevaron al colapso varias culturas. Entre ellas la de los antiguos Zenúes , que dejaron notables vestigios de su intervención en los territorios comprendidos en la polígono que comprente el territorio bajo la declaración ramsarRAMSAR Relativa a los humedales de Importancia Internacional que hoy nos ocupa. hidráulica.
Los hermanos Pedro y Alonso de Heredia, durante sus expediciones al Sinú, en su búsqueda insaciable del Oro, tuvieron el primer avistamiento de estos territorios. En la última de ellas llegaron, en 1535, hasta el río Cauca, después de visitar Ayapel. Ninguna de las crónicas, sin embrago, hace mención explícita del majestuoso paisaje verde de la ciénaga. Casi quinientos años después, hay hombres que se acercan con la misma voracidad tras el oro que se oculta en su vecindad.
A dos personajes históricos se atribuyen los primeros esfuerzos de ordenación territorial en los dilatados territorios que tuvo Ayapel en la colonia. El cura Joseph Palacios de la Vega, franciscano y militar llega por el río desde san Cipriano en el alto San Jorge y entra caminando por Las Catas mientras sus trebejos viajan en canoa por el agua hasta las bocas de Sejeve. Se pierden buscando la ruta hacia Ayapel. Despues de recorrer el caño Barro llegan al rioCauca en Nechí, en su misión de disolver los llamados arrochelamientos. Por esos mismos años Don Antonio de la Torre y Miranda reorganizo, refundó pueblos en todo el sector de sabanas y la actual depresión momposina.
El primer encuentro del forastero con la ciénaga de Ayapel ha tenido múltiples formas y sentidos.
Un jaguar desciende a lo largo del rio san Jorge en un remolineante curso agarrado a un árbol desgajado de la orilla que flota sobre el río. Este jaguar habla por la boca de un sueco desterritorializado, Georg Dahl, que escribió uno de los primeros compendios de los peces del norte de Colombia . Su largo viaje, en los días de abril, lo ha traído al paisaje de tierras bajas donde el río empieza a meandrear perezosamente entre ciénagas y caños secundarios. (Dahl, 1985):
“Lejos, muy lejos, se interrumpe el mar de pasto verde pálido por una franja más oscura, entre violeta y azulosa que parece una línea de costa interrumpida: los bosques inundados de los pantanos alrededor de Ayapel” p 102.
Aquellos eran los densos cucharales o cativales que sucumbieron a la explotación maderera que alimentó la industria de triplex establecida en Barranquila entre los años 60 y 60s del siglo pasado..
La imagen de las llanuras de inundación y los humedales que albergan, ha variado sensiblemente. Para los geógrafos del siglo XIX que participaron en la comisión corográfica de Agustín Codazzi la depresión momposina tiene el aspecto de un territorio adverso y malsano:
La sección de las ciénagas es la mas inútil i la mas perniciosa de las del Estado, pues mide como 20 miriámetros cuadrados casi perdidos para el hombre, si esceptuamos los peces que se alimentan en ella. Casi toda paralela al Magdalena, debe su formacion a los derrames de este rio o a los caños que no alcanzan a salir de las vegas aluviales de él para rendirle sus aguas directamente. Estas ciénagas i pantanos están a veces interrumpidos por masas de bosque que se estienden a lo largo de los esteros i los caños, los cuales se inundan durante las aguas, i luego quedan en seco merced a la accion del sol, formando las vegas llamadas playones, que se cubren despues de pastos abundantes i sirven de refujio i solaz a los ganados durante el verano por su frescura i calidad.
Desde la Colonia se desarrollaron ampliamente las actividades pecuarias:
“la cría de ganado es la que mas ocupa a sus habitantes. Estensas sabanas, fértiles llanuras, ciénagas inmensas cuajadas de abundantes pastos, i vírgenes montañas, hacen de ésta provincia del Estado, una comarca floresciente, rica i llena de porvenir;”
Durante el siglo XIX, ya en la República, en Ayapel se resaltaba la abundancia de otros productos extractivos como el caucho, que se exportaba a Magangué. (Entre Febrero y Junio de 1871 se vendieron 1.680 quintales). Decía el gobernador:
“Allí se produce el caucho, raicilla i la zarzaparrilla en abundancia; en sus montañas existen grandes cacaotales silvestres, maderas de construcción i tintes de todas clases, aceites de copaiba i trementina, i en el ramo mineral desde la ulla hasta el afamado oro de Uré; i si a esto se agrega que sus sabanas estan cuajadas de ganados, sus bosques de caza, sus ríos i ciénagas de pescados, i que está situado a una de las márjenes de las más pintorescas ciénagas del Estado, que desagua en el río San Jorje, i rodeado de las extensas sabanas que limitan al sur con las fragosas montañas del Estado de Antioquia, se comprenderá cuantos gérmenes de prosperidad encierra esa población que hoi no pasa de una triste aldea”. La agricultura i la minería tienen allí un campo escojido, como en mui pocas partes, para su desarrollo; i sus bosques producen en abundancia, caucho, canime, taguas, zarza, ipecacuana” (Solano, 2008 )
Un francés de Alsacia, don Luis Striffler dejó por escrito a finales del siglo XIX sus impresiones sobre todo el curso del San Jorge, desde la desembocadura en El Retiro aguas arriba de magangue hasta las bocas del Uré.
En los años 50s, se inició en periodo de auge turístico, relacionado con la pesca deportiva, principalmente del sábalo. En el portón de su casa de Cecilia, en 2005, a orillas del caño San Matías, el finado don Pedro nos relató la historia del último sábalo pescado por una paisana suya en la ciénaga. Después de la inundación entre 2010 y 2013, extrañamente, volvieron a aparecer algunos sábalos en la ciénaga, asi como bagres de tallas no vistas desde 50 o 60 años atrás.
Desde principios del siglo XIX, Ayapel y el río san Jorge exportaron carne de res y pescado a Medellín a Montería y a otras ciudades del país. Un arponero experto, como Jesús Viloria capturaba una docena de bagres de muchas libras en un jornada normal de pesca.
En los años 60 se establece la CVM, antecesora de la CVSCVS Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge. Georg Dahl lidera una comisión con el objetivo de desentrañar los misterios que rodean el principal comportamiento biológico de los peces adaptados al régimen pulsante de las ciénaga de la depresión momposina: la subienda del bocachico. El extinto InderenaINDERENA Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente en convenios con la Fao adelanta estudios sobre pesquerías de la cuenca Magdalena-cauca que incluyeron observaciones sistemáticas de varias ciénagas en la depresión momposina.
La Convención sobre los Humedales, tratado intergubernamental cuya misión es “la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo”, se suscribe en la ciudad iraní de Ramsar, en el año 1971.
Nuestra mirada, un tanto fugaz, no tiene el color y la cadencia de quienes nacieron y se criaron en estas tierras de la planicie atlántica. Hemos bebido provechosamente en los textos de Orlando Fals Borda, en las sabias reflexiones socioambientales de Víctor negrete y de roger serpa. En las amenas anécdotas de José Manuel Jiménez. Hemos aprovechado en los relatos sabios de pescadores avezados como Jesús María Viloria (Olaya)un enorme caudal de conocimientos acerca de la dinámica física, meteorológica y biológica de la ciénaga.
En las tareas de de conocer la compleja dinámica social, cultural y económica y ecológica se han desarrollado notables esfuerzos locales, regionales y nacionales. A finales de los ochenta la CVS invita a la Universidad de Antioquia a hacer un estudio del impacto ambiental por minería en la ciénaga. Unos 20 años después, la Udea empieza el estudio sistemático de la influencia del régimen pulsante del sistema cenagoso sobre su productividad. Se hacen aproximaciones rigurosas a la hidrología de la ciénaga en sus nexos con el río San Jorge y el río Cauca, a sus poblaciones icticas, mamíferos acuáticos, aves, y las comunidades microscópicas del plancton y el perifiton. Paralelamente la universidad de Córdoba hace lo propio con la biología reproductiva del bocachico y exploran la presencia de sustancias toxicas en agua, peces y humanos. En diversas instancias se empezó a considerar la conveniencia de recurrir a la figura de sitio RAMSAR como alternativa sugestiva en la búsqueda de un futuro sostenible para la ciénaga. La tarea de hacer ese sueño posible se inició con la tesis de pregrado de Yarin Tatiana Puerta bajo la dirección de profesores de la Udea, y pronto recibió el apoyo decidido de Corpoayapel y un acogimiento entusiasta y eficaz en Oscar Manrique dentro del ministerio del ambiente. La formulación del plan de manejo y la declaratoria del DMI en 2009 se hicieron antes de dos eventos de duración e intensidad inéditas cuyas consecuencias no son aun completamente entendidas y explicadas. Nos referimos, obviamente a la inundación prolongada en el periodo 2010 a 2013 y al nuevo auge de la explotación minera desde finales de 2008 y que persiste hoy con diversa intensidad.
Las miradas y exámenes de la ciénaga y las políticas de gestión deberán conciliar las visiones académicas y científicas con las vivencias y saberes locales y tradicionales. La ciénaga y su entera complejidad espacial y temporal tendrán que ser parte del interés, el afecto y la consideración de cada poblador o visitante. No sólo de quienes la habitan, viven y explotan cada día.
Hay retos en el manejo de los recursos naturales que ejercerán demandas sensibles respecto al conocimiento del funcionamiento hidrosedimentologico, químico y biológico de la ciénaga. En particular, la distribución, clasificación y funcionamiento de las comunidades vegetales en la zona anfibia serán esenciales en los programas de rehabilitación frente a los impactos de los eventos atrás indicados. Si bien la atención se ha dirigido al aguda impacto sobre el mangle, duramente afectado por el efecto conjunto de la inundación prolongada y la sedimentación, otros grupos leñosos y herbáceos merece pareja atención. El churri-churri, el canutillo, la hierba-arroz tienen papeles fundamentales en la configuración de los habitas y en la alimentación de muchos organismos. La declaración como sitio RAMSAR es para todos ocasión de fiesta y alegría. Pero todos, además nos veremos abocados a asumir serios compromisos. Las acciones de rehabilitación de las coberturas vegetales supone el concurso responsable de la ganadería tradicional y bufalera para respetar zonas donde se excluirá el acceso libre de los herbívoros de tal manera que se propicien los procesos de regeneración natural o inducida.
Soñamos con una autogestión, solidaria y responsable de la pesca por los propios pescadores, como se tuvo en décadas anteriores, cuando entre ellos se decidía el dónde, cuándo y con qué artes se podía desarrollar la actividad extractiva. Soñamos con una minería responsable y consciente en sus procesos de extracción y beneficio.
Ayapel vivió, como cada lugar de este país los días aciagos de la guerra y el desplazamiento forzado. Y vivirá también las dificultades del postconflicto. Es claro para todos que muchas de las amenazas que se ciernen sobre el sistema se derivan de la pobreza y la escasez de oportunidades. Es conveniente ampliar las opciones de trabajo basadas en la oferta ambiental del territorio y en la capacidad creativa e innovadora de sus jóvenes. Una juventud, a veces descorazonada frente a condiciones de supervivencia ligada al incierto devenir de los fenómenos naturales buscará un destino más favorable en otros lugares. Hay enormes posibilidades en la promoción de un turismo nacional e internacional vinculado a los atributos paisajísticos, a la pesca deportiva, a la enorme diversidad de aves y a su patrimonio arqueológico.
La subienda de 2017 ha sorprendido, pero no hay que cantar victoria. Está sin duda relacionada con los eventos hidroclimatológicos de 4 o cinco años atrás.
Es esta entonces la oportunidad de decirle al país y al mundo, y decirnos a nosotros mismos que hay aquí un territorio y un colectivo de hombres y mujeres, sabios, creativos y tenaces, que sabrán hacer de la ciénaga un hábitat propicio en que la economía, la cultura y la vida animal y vegetal se funden en los sueños venturosos del agua para construir un destino gratificante y sostenible.